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Lady Nicotina

Barrie J. M. (Auteur)
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Résumé

Estoy mucho mejor sin el tabaco y hasta tengo dificultades para simpatizar con aquel que fui. Incluso evocarlo, tal y como era, y observarlo sin prejuicios resulta tarea dificil, puesto que tendemos a olvidar las viejas facetas a las que hemos dado la espalda del mismo modo que olvidamos una calle que ha sido reconstruida. ¿Tiembla el esclavo liberado siempre que escucha el restallar de un latigo? Me parece que no, ya que sólo recuerdo vagamente, y sin un agudo sufrimiento, los horrores de mis ... Lire la suite
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Caractéristiques

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Date Parution07/06/2023
EAN9791041811076
Nb. de Pages108
EditeurCulturea
Caractéristiques
Poids182 g
PrésentationGrand format
Dimensions22,0 cm x 17,0 cm x 0,6 cm
Détail

Estoy mucho mejor sin el tabaco y hasta tengo dificultades para simpatizar con aquel que fui. Incluso evocarlo, tal y como era, y observarlo sin prejuicios resulta tarea dificil, puesto que tendemos a olvidar las viejas facetas a las que hemos dado la espalda del mismo modo que olvidamos una calle que ha sido reconstruida. ¿Tiembla el esclavo liberado siempre que escucha el restallar de un latigo? Me parece que no, ya que sólo recuerdo vagamente, y sin un agudo sufrimiento, los horrores de mis dias de fumador. Habia noches en las que me levantaba con un dolor en el corazón que me hacia contener la respiración. No osaba hacer mas. Tras, quizas, unos diez minutos de estupor, podia enderezar mi posición una pulgada en cada movimiento. Con menos frecuencia, sentia ese pinchazo durante el dia, y creia que iba a morir mientras mis amigos me hablaban. Jamas comparti dichas experiencias con nadie; a decir verdad, aunque entre mis amistades se contaba la de un hombre perteneciente a la comunidad médica, le mentia sibilinamente en las escasas ocasiones en que me interrogaba sobre la cantidad de tabaco que consumia a la semana. A menudo, durante la noche, no sólo me prometia con toda solemnidad dejar de fumar sino que hasta me preguntaba por qué me gustaba. A la manana siguiente iba directo del desayuno a mi pipa, sin el menor remordimiento. Mas tarde me di cuenta, mientras me decidia a acabar con el habito, que mejor hubiera empleado aquel tiempo en intentar dormir. Disponia de elaborados métodos para enganarme a mi mismo, puesto que descubrir la cantidad de onzas de tabaco que fumaba a la semana se convirtió en algo un tanto tortuoso. Con frecuencia fumaba cigarrillos para reducir el número de puros.
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